domingo, 1 de febrero de 2009

Soltando las riendas...

Algo que aprendí hace un tiempo es que nunca, pero NUNCA debemos prepararnos para afrontar una situación de determinada manera, especialmente si dicha situación involucra relacionarse con otra persona.
Cuando ya creía haber vencido mi adicción a controlar todos los acontecimientos en mi vida, me encuentro con que nuevamente estoy perdida dentro de ellos, al igual que Dante en la oscura selva.
No sé porqué me cuesta tanto soltar las riendas y, simplemente, dejarme llevar.
¿Qué me hace pensar que las cosas siempre van a suceder como yo pienso que sucederán?
Pero la vida es sabia, y cada vez que creo tener todo el puzzle armado viene y, de un solo manotazo, entrevera todas las piezas, y debo empezar todo otra vez.
Es mejor así.
Ahora entiendo porqué todo pasa como pasa.
No podemos pretender saberlo todo en todo momento, ni actuar siempre de la manera perfecta, ya sea porque es la forma en que los demás esperan que nos comportemos, o para cumplir con una autoimagen previamente definida por nosotros mismos, tal vez por un poco de ambos.
Ahora veo que lo único que podemos hacer a la perfección en esta vida es relajarnos, dejarnos llevar por la existencia, y ahí actuar en la forma que nos parezca correcta.
Aún así, temo equivocarme, temo decepcionarme a mí y a los demás.
Sé que equivocarnos nos hace crecer como personas al aprender de nuestros errores.
Pero, ¿y mientras? Mientras estás cometiendo el error, ¿cuál es tu salvavidas frente al prójimo y (tal vez más importante), frente a uno mismo?
Creo que, de todas maneras, no queda más opción que tirarse al agua e intentar flotar, confiar en que la corriente nos llevará a la orilla en lugar de mar adentro, y dejar de gritar ayuda a un David Hasselhoff que nunca llega.

No hay comentarios:

Publicar un comentario